Santa MarÃa la Virgen
Mi inmaculado Corazón Triunfara
El Pronto regreso de Nuestro Señor JesúsCristo
MarÃa nuestra tierna madre, el arca de la alianza.
MARIA ES EL ARCA DE LA NUEVA ALIANZA
El Arca llevaba la Palabra de Dios, MarÃa llevó en su ser a la Palabra de Dios hecha carne. El Arca de la Alianza desapareció por primera vez en I Sam.4,11 cuando los filisteos tomaron Israel pero fue devuelta a los israelitas porque se tornó en maldición para aquellos que no creÃan en un único y verdadero Dios (1 Sam 6,4). Esto nos habla de que el Arca tenÃa una propensión a ser devuelta después de ser capturada. Volvió a desaparecer durante la opresión babilónica alrededor del año 600 A.C. y nunca más ha vuelto a ser vista, hasta hoy dÃa.
Los católicos creen que retornó tal como ocurrió la primera vez. Originalmente, el Arca de la Alianza contenÃa la Palabra de Dios inscripta en la piedra por las propias manos de Dios. el Arca no era la Palabra en sà misma pero por eso no era menos importante. MarÃa trajo a la "Palabra hecha carne" dentro de ella en el mismo modo en que el Arca de la Alianza llevaba los 10 mandamientos a través de los cuales la Palabra de Dios se manifestaba en el mundo real (Jn.1,1). El Arca reaparece en Apocalipsis 11,19. Es presentada como MarÃa, la Madre de Jesús.
"En ese momento se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza, y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte granizada. Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz (...) El dragón se puso delante de la mujer que iba a dar a luz , para devorar a su hijo en cuanto naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debÃa regir a todas las naciones con cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono (...) El dragón al verse precipitado sobre la tierra se lanzó en persecución de la mujer que habÃa dado a luz al hijo varón. Pero la Mujer recibió las alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto (...) lejos de la serpiente. (...) El dragón enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús.
Algunos evangélicos sostienen que la mujer coronada con las estrellas de este pasaje es Israel y que las 12 estrellas representan a las 12 tribus de Israel. Ellos dicen que la mujer no es MarÃa. El problema con esta interpretación dice claramente que sus hijos son quienes "poseen el testimonio de Jesús" (Ap.12,17), algo que los hijos de Israel de hecho no "poseen" y que, sin embargo, los hijos de MarÃa poseen con toda seguridad. Los católicos creen que esto comienza con Juan al pie de la cruz cuando Jesús le presentó a MarÃa como madre (Jn.19,26).
Los católicos creen que este pasaje del Apocalipsis clarifica varios puntos importantes:
El Arca de la Alianza ha sido devuelta al Templo
El templo ahora es el cielo (Ver también: Heb. 9,1-12)
Una mujer coronada está allà (La nueva arca)
Ella dio a luz un hijo que reinará sobre todas las naciones y está en el trono de Dios
El demonio está muy interesado en destruirla pero Ella está segura
Sus hijos son todos los fieles cristianos.
Los católicos no adoran a MarÃa, por la sencilla razón de que ella no es Dios. Efectivamente, algunos miembros de la primitiva comunidad cristiana que realmente adoraban a MarÃa—por ejemplo, los coliridianos que le ofrecÃan sacrificios—fueron excomulgados de la Iglesia. Nadie que adore a MarÃa puede ser católico. SÃ, nosotros ciertamente amamos a MarÃa y estamos agradecidos a Dios por el regalo que ella representa para la humanidad. Fue a través de MarÃa—literalmente—que la salvación vino al mundo. La Escritura la muestra como el Arca de la Nueva Alianza. Como tal, a ella se le debe mayor estima que al Arca de la Alianza original, que fue vista por los antiguos israelitas como el objeto más preciado y reverenciado en la creación aparte del Creador mismo. Asà nosotros vemos que tratarla como "solamente otra cristiana" no es bÃblico, ya que incluso un ángel de Dios le rinde homenaje de una manera notable y sin precedente alguno, dirigiéndose a ella como se dirige uno a un personaje de la nobleza (Lucas 1, 28). En verdad, cuando nosotros veneramos a MarÃa estamos cumpliendo la profecÃa del Nuevo Testamento sobre ella:
Lucas 1, 48 — Por eso desde ahora todas las generaciones me bendecirán.
Durante dos mil años la profecÃa de MarÃa se ha cumplido cabalmente cada vez que un cristiano la ha llamado "bendita entre las mujeres" en sus oraciones.
Lucas 1, 43 — Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de MarÃa, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de EspÃritu Santo y exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno y ¿de dónde a mà que la madre de mi Señor venga a mÃ?"
El saludo de Isabel no sólo es inusual, es absolutamente radical. Isabel era de edad muy avanzada, mucho mayor que MarÃa. Para ella, dirigirse asà a su pariente más joven era algo completamente inaudito en una cultura de costumbres muy rÃgidas, especialmente entre las jerarquÃas familiares. Más aún, el saludo de Isabel establece a MarÃa como la nueva Arca de la Alianza, ya que la frase que usa Isabel se refiere al siguiente versÃculo del Antiguo Testamento:
2 Samuel 6, 9 — Aquel dÃa David tuvo miedo de Yahvé y dijo: "¿Como voy a llevar a mi casa el Arca de Yahvé?"
Este pasaje es paralelo al saludo de Isabel en Lucas 1, 43. De esta forma, MarÃa es presentada como la nueva Arca de la Alianza, la portadora de Dios, o Theotokos. Cuando David, en su temor, envió el Arca a la casa de Obed-Edom, ésta permaneció ahà tres meses (2 Samuel 6, 11). MarÃa permaneció con Isabel el mismo periodo de tiempo, tres meses (Lucas 1, 56). Estos paralelismos, que los escritores del Nuevo Testamento conocÃan, debÃan ser obvios para la primera comunidad cristiana instruÃda en el Antiguo Testamento. Para ellos, estas cosas no eran meras coincidencias.
Apocalipsis 11, 19 — 12, 1 — Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo y apareció el Arca de su Alianza en el Santuario y se produjeron relámpagos y fragor y truenos y temblor de tierra y fuerte granizada. Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
El Arca de la Alianza, que Juan en su visión del Santuario en los cielos, se refiere a MarÃa, que está presente ahà corporalmente. Porque el cielo es más bien el cumplimiento perfecto del Nuevo Testamento y no los modelos tÃpicos imperfectos del Viejo Testamento. Hay un paralelismo entre el Arca de la Alianza y esta Reina que sólo puede ser MarÃa, ya que su hijo está "destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro." (Apocalipsis 12, 5). Adviértase que la división de la Biblia en capÃtulos fue hecha en el siglo trece. Por tanto, la separación entre los capÃtulos 11 y 12 es arbitraria. Para entender correctamente las palabras de Juan, debemos leer los versos como un todo unificado.
Salmo 138, 2 — Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre.
Cuánto más apropiado es inclinarse (prosternarse) ante el templo viviente de Jesús, su propia madre amorosa, en quien Dios quiso poner su morada entre nosotros (cf. Juan 1, 14) en su Cuerpo y EspÃritu.
LevÃtico 19, 30 — Observaréis mis sábados y respetaréis mi Santuario. Yo soy el Señor.
Nuevamente, ¿cuál santuario es mayor, un templo de piedra o el vientre que actualmente guardó al Dios-Hombre y le dio vida? Se nos ordena reverenciar la piedra del Templo, entonces ¿cómo podemos no reverenciar a la mujer a través de quien Cristo recibió su existencia humana, nutriéndole, enseñándole y amándole?
Lucas 1, 35 — El ángel le respondió: "El EspÃritu Santo vendrá sobre ti y el poder del AltÃsimo te cubrirá con su sombra."
La palabra griega que traducida es: te cubrirá con su sombra, es episkiasei y es el mismo vocablo utilizado en referencia al Arca de la Alianza en el siguiente pasaje. Ahà es traducido como moraba sobre ella. Una vez más, MarÃa es presentada como la Nueva Arca.
Éxodo 40, 34-35 — La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahvé llenó la Morada. Moisés no podÃa entrar en la Tienda del Encuentro, pues la Nube moraba sobre ella y la gloria de Yahvé llenaba la Morada.
Este versÃculo es claramente paralelo al de Lucas 1, 35 (citado arriba), desde ambos textos utilizan la inusual y muy especÃfica forma verbal episkiasei. MarÃa es asociada con el Arca del Antigua Alianza para mostrar que ella es el Arca de la Nueva Alianza. Desde que ella es el cumplimiento del arca tÃpica, MarÃa es acreedora de todo el homenaje rendido a la antigua arca y aun más, por ser ella la realidad que se representaba por medio del Arca de la Antigua Alianza. Asà como Moisés no pudo entrar en la Morada donde el EspÃritu de Dios habitaba, asà ningún hombre podÃa "entrar" en MarÃa. ¡Tal cosa hubiera sido un sacrilegio inconcebible!
Lucas 1, 38 — Dijo MarÃa: "He aquà la esclava del Señor; hágase en mà según tu palabra". Y el ángel dejándola se fue.
El asentimiento de MarÃa fue requerido antes de que Dios cumpliera su Palabra. Meditemos un momento: Dios se dignó pedirle permiso a un simple ser humano antes de redimir al mundo. También analicemos lo siguiente: Ella tuvo la libertad de negarse a colaborar con Dios. Por supuesto, ella no se negó. En cambio, pronunció su hermoso fiat, que es una exquisita sÃntesis del sentido último de la fe: "Hágase en mà según tu palabra." El comienzo de nuestra redención se remonta hasta ese consentimiento de MarÃa. Este es el momento de la entrada de Cristo en la humanidad. El Arca realizó su propósito.
Lucas 1, 42 — [Isabel] exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno [...]"
Isabel, llena del EspÃritu Santo pronunció esta frase realmente inusual. Ella aplicó la misma palabra "bendito(a)" al divino Creador del universo y a una criatura mortal, MarÃa. Sorprendentemente, Isabel se adelanta a saludar a MarÃa. En una cultura en la que las jerarquÃas familiares, sociales y religiosas son tan importantes—y siendo esa sociedad tan sensible a la irreverencia—esto no pudo haber sido un accidente, ni para Santa Isabel, ni para el EspÃritu Santo ni para San Lucas, el escritor de este Evangelio. Al hablar por boca de Isabel, el EspÃritu Santo nos muestra el tremendo amor y estima en que tiene a su amada esposa.
